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El campo de Cartagena: vinos mediterráneos

fotos y texto: diego gárnes
Manuel Martínez Meroño es el propietario de Bodegas Serrano, ubicadas en Pozo Estrecho, Murcia. Se trata de la única bodega de la Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.) Campo de Cartagena, por lo que Manuel se muestra orgulloso de ser uno de los pocos viticultores que mantiene viva esta histórica denominación y enseña sus vinos y viñas con la ilusión de un niño llenando el ambiente con una hospitalidad y un cariño desbordante..
Actualmente, la I.G.P. Campo de Cartagena es la única que se conserva en la Región de Murcia, al desaparecer la de Abanilla-Fortuna por falta de bodegas participantes. “Una I.G.P. es lo que antes se consideraba Vino de la Tierra, es el escalón inmediatamente inferior a una Denominación de Origen (D.O.)”, explica Manuel Martínez. Una de las diferencias principales entre la I.G.P. y la D.O. es que en esta última existe un Consejo Regulador que se encarga de defender los vinos dentro de la denominación, así como hacer que se cumpla el reglamento y controlar los procesos de producción y obtención de los vinos. Sin embargo en la I.G.P. este órgano regulador no existe, “por lo que no es tan estricto como puede ser la D.O.”, finaliza Manuel.
INDICACIÓN GEOGRÁFICA PROTEGIDA
La I.G.P. Campo de Cartagena está formado por los municipios de Cartagena, Torre Pacheco, Fuente Álamo, Los Alcázares, San Javier y San Pedro del Pinatar, con una superficie que ronda las 90 hectáreas de viñedos. En todo el territorio que engloba esta I.G.P. la única bodega embotelladora registrada es Bodegas Serrano. Fundada en 1940 por el bisabuelo de Manuel Martínez en la Finca La Cabaña en Pozo Estrecho (Cartagena), desde el principio trabajó con la variedad autóctona de la zona, la uva meseguera comercializando vino a granel. Para Manuel “es una gran responsabilidad el tener una bodega que marque la línea de una I.G.P.”, y añade que su objetivo “es hacer la tipicidad de productos propios del Campo de Cartagena y que se complementen a los vinos que se están haciendo en otras denominaciones de origen de la Región de Murcia”.
Manuel Martínez es la tercera generación en Bodegas Serrano. “En los últimos 25 años, lo que he hecho ha sido una gran transformación tecnológica en cuanto a variedades, para adaptar los vinos clásicos que se vendían a granel y en consumo familiar de tal forma que ahora puedan llegar a una mesa de un buen restaurante y puedan estar en una tienda especializada”, cuenta Manuel satisfecho. “Ese ha sido el objetivo y de momento, en las circunstancias de crisis en las que estamos, creo lo estoy consiguiendo”.
Al pasar a hacerse cargo de Bodegas Serrano, Manuel no dudó en incorporar ciertos avances tecnológicos que le permitieran innovar en la obtención de nuevos vinos, así como automatizar el proceso de embotellado y mejorar el sistema de fermentación de los vinos. “Al principio solo se trabajaba con la uva merenguera, la variedad blanca autóctona de la zona, y un poco de monastrell, pero luego introduje nuevas variedades y pasé de tener dos uvas a tener nueve, cinco blancas y cuatro tintas”, explica detalladamente Manuel. Y no solo eso, sino que además todo ello vino acompañado de “una importante renovación tecnológica, utilización de maquinaria, de equipo de frío, de filtración tangencial y luego lo más importante, lo que marca la diferencia de los vinos de hace 20 años con los de ahora: la utilización de la biotecnología”.
En línea con la transformación de la viña, también ha ido incorporando poco a poco en la bodega, depósitos de acero inoxidable, equipos de frío para controlar temperaturas de fermentación, embotelladora, etc. Contando en la actualidad con una nave climatizada para la conservación de los vinos en la que también se encuentran barricas nuevas de roble francés y americano. Un filtro tangencial con un sistema físico de micro filtración que consigue respetar las cualidades organolépticas de los vinos, así como permitir las paradas fermentativas de los semisecos, semidulces y dulces. “Incluso estamos haciendo un vino espumoso, como algo peculiar y original en la Región de Murcia”, añade Manuel con un sonrisa dibujada en su cara. Se trata de un vino espumoso de calidad con las variedades chardonnay y moscatel. Utilizando el método “champanoise” de segunda fermentación en botella.
VINOS DE CARTAGENA
El Campo de Cartagena es una comarca formada por una amplia llanura bordeada de cadenas montañosas de poca altitud, a modo de barrera, que la limitan con el Mar Mediterráneo.
Todo el territorio goza de un clima mediterránea árido, de lluvias escasas (menos de 300 mm. anuales) e irregulares. Esta falta de precipitación está acompañada por unas temperaturas elevadas en verano y suaves en el resto de estaciones.
La característica más a tener en cuenta de los vino del Campo de Cartagena es, según palabras de Manuel Martínez, “su tono Mediterráneo”. En cuanto a los blancos, que Bodegas Serrano elabora mayoritariamente con malvasía y moscatel, Manuel explica que “son vinos muy aromáticos porque son las dos variedades que mejor se adaptan a este clima y cualquier coupage de vino blanco con esas variedades es muy aromático”. Los vinos dulces son una de las joyas de la corona de Bodegas Serrano y de todo el Campo de Cartagena por su especial y delicado proceso de elaboración que trabaja con la uva prácticamente en estado de pasificación. Para Manuel los vinos dulces “son muy particulares, tenemos muchas horas de sol, mucha iluminación y un grado de maduración bastante alto y eso permite, con buena tecnología y con parada fermentativa, hacer vinos semiscos, secos y dulces de gran calidad”.
De hecho, uno de los vinos que más quiere Manuel y que enseña con más cariño y orgullo es precisamente un dulce, el Darimus. “Lo más peculiar es el Darimus, un dulce tinto de la variedad Sirah, que se hace con la uva sobremadura, casi al borde de la pasificación en la cepa, al que luego se le hace parada fermentativa. Huele mucho a pasas, a higos y a frutos muy maduros. Es de lo más genuino del Campo de Cartagena por las características de clima que tenemos aquí”, detalla Manuel mientras señala la botella de Darimus que tiene sobre la mesa.
Por supuesto no descuidan las demás variedades de uvas, puesto que cuentan con un total de diez vinos diferentes que “van desde blancos, rosados y tintos secos del año, blancos semisecos de la variedad moscatel con parada fermentativa, blancos dulces moscatel y malvasía con parada fermentativa y luego ya tenemos el segmento de tintos secos con un roble y un tinto crianza”, enseña mientras va tocando cada una de las botellas del expositor.
Otra de las particularidades especiales que tiene el Campo de Cartagena y por ende, sus vinos y los de Bodegas Serrano, es que se considera la primera zona que realiza la vendimia en la España peninsular (ya que “en Lanzarote se inicia un mes antes”, puntualiza Manuel muy atento). Debido al clima y la variedad, el Campo de Cartagena es la primera zona en vendimiar, “porque la variedad moscatel se recoge entre el 25 y 28 de julio, lo que nos permite tener el vino Viña Galtea Moscatel Semiseco en el mercado el 20 de septiembre (el primero de España en comercializarse cada año)”.
Manuel continua explicando el por qué de esta vendimia adelantada: “Aquí se empieza tan temprano porque la uva moscatel de grano gordo, que es originaria de Francia, al traerla a un clima más cálido hace que con pocas horas de sol se madure lo suficiente. Aquí también tenemos la ventaja de la precocidad y la maduración que se hace mucho antes que en otras zonas, esa es la peculiaridad, que cuando en unas zonas son los granos del tamaño de un guisante nosotros tenemos aquí la maduración hecha”. Este hecho característico del Campo de Cartagena tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado tiene la ventaja de que si el otoño resulta lluvioso y frío no llegue a afectar a la uva porque la vendimia esta ya hecha. Como contra, si se producen olas de calor fuertes durante los primeros meses del verano, la vendimia debe retrasarse una o dos semanas. “Son los pros y los contras de nuestro clima tan especial”, añade Manuel.
La bodega admite la posibilidad de llevar a cabo visitas guiadas por sus instalaciones, comentadas por el propietario de la empresa, Manuel Martínez, con una degustación final, incluyendo también picoteo, al módico precio de 3 euros por persona. Una buena oportunidad para familiarizarse con los caldos de la tierra.
Entre las idas y venidas del pequeño perro de Manuel que correteaba sin cesar de un lado a otro y las llamadas de teléfono que no paraban de sonar en el móvil del viticultor, Manuel continúa hablando ahora de la lejana posibilidad de internacionalizar su producto. El galileo dice que de momento no tiene pensado sacar al extranjero sus vinos. La exportación es una cosa que no contempla tal y como está la situación actual en lo referente a economía. “El consumo es a nivel regional y nacional, sobre todo porque no tenemos volumen ni infraestructuras suficientes. Y eso en los tiempos que corren es un riesgo que tienen que adquirir las grandes empresas que tengan mucho volumen y mucha necesidad de venta”, cuenta Manuel.

